domingo, 16 de diciembre de 2012


¿A DÓNDE VAN NUESTROS CONOCIMIENTOS?




Al margen de la documentación me gustaría hacer una especia de llamado para luchar por la falta de transferencia del conocimiento universitario, es decir la falta de investimento en el I+D. Se ha demostrado repetidamente que las universidades europeas gestionan, salvo algunas excepciones, mucho menos eficientemente el conocimiento aprovechable directamente mediante patentes y licencias que las universidades norteamericanas.

Realmente se está desaprovechando los conocimientos de los universitarios, que se suponen que son los que salen con un mayor alto de conocimiento. Muchos grandes descubrimientos fueron elaborados en las universidades tanto por parte de los alumnos como de los profesores, pero ahí se quedaron nacieron y murieron entre cuatro paredes, y nunca se les blindará la oportunidad de salir a la luz.

La función Transferencia de Conocimiento y Tecnología ha sido analizada periódicamente en los últimos años por los responsables de la RedOTRI (Oficina de Transferencia de Resultados de Investigación) y ha sido recientemente definida en su Informe RedOTRI 2006 como el conjunto de actividades encaminadas a facilitar el aprovechamiento de los resultados producidos por la actividad de I+D universitaria y comprende tanto los ámbitos directamente relacionados con la explotación comercial y social de la propiedad intelectual e industrial.

Con la incorporación de nuevos objetivos relacionados con la transferencia de conocimiento y tecnología, las clásicas oficinas universitarias encargadas de esta actividad han visto aumentar con el tiempo la creación de otras unidades o entidades, independientes jurídicamente o no, que actúan en el campo de la transferencia. En especial, la mayor atención a la creación de empresas de base tecnológica ha supuesto la proliferación de incubadoras tecnológicas académicas y la necesidad de aportar espacios específicos e independientes en la investigación compartida público-privada ha provocado el auge de los parques científicos. Por ello, la necesaria coordinación entre las OTRIS y estas nuevas unidades o entidades, de más reciente creación, ha mejorado con el tiempo a pesar de los crecientes conflictos de intereses aparecidos. Pero esto no es suficiente, se necesitan órganos reguladores entre empresas y universidades. Se necesitan medios para promover la investigación, infraestructuras y empresas que apuesten por un nuevo sistema, que estén dispuestas a arriesgar, que no permitan que nuestros conocimientos se queden aislados en cuatro paredes.

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